Desde la década de los años 90, el movimiento ágil ha transformado el diseño de productos y cada vez se ha hecho más global. Inspiradas en la cultura japonesa -donde el fabricante de autos Toyota surge como caso de negocio ejemplar- y asimiladas formalmente en Estados Unidos, “las metodologías ágiles han cambiado radicalmente las prácticas de gestión de proyectos y se han globalizado”, plantean Glaudia Califano y David Spinks en su libro Adopting Agile Across Borders (Apress, 2021).
En este estudio los autores nos dan luz respecto a los retos y las técnicas asociadas a la aplicación de metodologías ágiles en distintos países, mostrándonos la importancia de analizar y comprender cómo las diferencias culturales podrían afectar al éxito de la implementación de este tipo de prácticas.
Para facilitar el análisis Califano y Spinks se basan en el modelo de diferencias culturales de Richard Lewis que establece un triángulo con tres extremos: cultura fría y decidida, frente a cálida y emocional, frente a educada y en busca de acuerdos. Según Lewis Estados Unidos estaría muy cerca del extremo fría y decidida, Japón del educada y en búsqueda de acuerdos y Chile, al igual que Italia y Venezuela, en el extremo cálido y emocional.
Considerando que el valor principal de las metodologías ágiles radica en que nos permiten enfrentar mejor la incertidumbre, reducir el riesgo inherente asociado al emprender y construir negocios más sustentables, pienso que para nuestra realidad pueden tener un gran valor y hacernos mucho sentido. Si en Chile hemos sido capaces de superar terremotos, pandemias e incertidumbres políticas, el movimiento ágil podría ser una gran oportunidad para abrazar la innovación y gozar de los beneficios que ésta puede traer, basados en esta fortaleza que ya nos caracteriza. Esta idea, la veo con fundamento al observar una considerable camada de emprendimientos chilenos que han adoptado la agilidad como, entre otros, Cornershop, Buk y Betterfly.
Otro aspecto que apoya el buen pronóstico para el florecimiento de las metodologías ágiles es que en los entornos de trabajo chilenos cada vez son más las personas que dan abiertamente su opinión, hacen preguntas y buscan formas de aprender y desarrollar su carrera. Estos comportamientos tienen la potencialidad de generar círculos virtuosos para colaboradores y empresas. Califano y Spinks destacan como en Scotiabank Chile, las retrospectivas ágiles quincenales acercan a los equipos y les permiten reflexionar sobre lo que ha ido bien y las mejoras que el equipo puede hacer en su próximo sprint. Las celebraciones de los logros y el compartir las mejores prácticas también surgen como actividades muy valoradas y que fomentan una forma de trabajar más desafiante y motivadora.
Estos aspectos positivos y alentadores para la adopción de la agilidad y la obtención de sus beneficios sin embargo no están garantizadas. Tradicionalmente como país hemos vivido en una cultura empresarial de mando y control, combinada con una sociedad jerárquica y con liderazgos marcadamente masculinos, aspectos que hacen que el empoderamiento de los equipos ágiles y los propietarios de productos sea un reto.
A lo anterior se suma que, si bien los métodos ágiles se alejan de la planificación detallada y de las formas tradicionales de gestión de empresas, igual requieren de estructura, disciplina y aplicación científica, lo que implica un enorme trabajo de formación para todas las personas que trabajan en organizaciones que deseen ser sostenibles en un entorno que exige estar preparado para enfrentar las ambigüedades de un entorno incierto.