No puede ser un proyecto urgente.
El desarrollo de un curso gamification es bastante más exigente que los cursos elearning convencionales, en términos de creatividad, storytelling, acabado gráfico, entre otras. Por lo tanto, requiere tanto más tiempo de elaboración, como de instancias de intercambio de impresiones entre desarrolladores y cliente para hacer los ajustes necesarios, y que el resultado esté a la medida de las necesidades de la organización que impartirá la experiencia de aprendizaje.
Por todo lo anterior, es importante mantener flexibilidad en los tiempos de manera que el equipo de diseño instruccional y multimedia puedan desplegar toda su experticia y creatividad, a fin de lograr un producto destacable y memorable para los colaboradores participantes.
El contenido duro debe ser acotado.
Es importante que el contenido base que desea impartir el cliente esté lo suficientemente sintetizado. Se debe tomar en cuenta que, aunque es un curso que tiene la intención de ser inmersivo y entretenido, tampoco debería extenderse más allá de los 15-20 minutos por módulo de aprendizaje.
La narrativa, instrucciones y contextualización de actividades, entre otros elementos, van sumando tiempo de navegación a la experiencia, por lo que se debe tener cuidado con la cantidad de contenido estrictamente teórico que se desea comunicar al participante, dejándolo en solamente lo elemental que se alinee con el objetivo de aprendizaje. Si se desea proveer información adicional, se pueden usar otros objetos instruccionales como resúmenes descargables, infografías, videos, entre otros, que no estén dentro del contenido navegable en los módulos del curso.
Foco en las situaciones prácticas y resonancia con los participantes.
La historia base y personajes que se utilicen en el curso pueden ser completamente fantásticos, pero las actividades lúdicas que lo componen sí deben resonar con situaciones diarias que los participantes enfrenten, para las que requieran la aplicación de los conocimientos impartidos en el curso para solucionarlas.
En este sentido, es fundamental que entre el equipo de desarrollo y cliente se delimiten correctamente los perfiles de los participantes, qué hacen, cuáles son sus puntos de mejoras, de dolor o necesidades, qué lenguaje utilizan, entre otros factores, a fin de proveer una experiencia que les hable directamente y con la cual puedan identificarse.
Apertura a la creatividad.
Tanto el equipo de desarrollo como el cliente deben tomar una actitud de “pensamiento fuera de la caja”. Naturalmente, siempre habrá límites a lo que se puede hacer y qué no, tanto por alcance del proyecto en sí, como por las particularidades del cliente, su cultura corporativa, límites en el lenguaje y discurso, entre otros. No obstante, en esencia un gamification busca ser una experiencia innovadora, y para ello es necesario poder mantener un nivel importante de flexibilidad creativa y discurso sencillo, preciso y a su vez entusiasta para que sea una experiencia verdaderamente fresca para el participante.